Ramalleres, 9
Este pequeño espacio singular en el corazón de la ciudad condal, fue un episodio complejo para sus propietarios. Debido a una compra muy rápida y poco razonada, se encontraron poseedores de un espacio muy pequeño, ruinosos y de muy difícil distribución.
Al no encontrar la forma de darle un uso adecuado a sus necesidades, se plantearon volver a vender, pero su hija, gran amiga mía, se acordó de mis primeros proyectos, y al gustarle el trabajo hecho, nos recomendó a sus padres.
Estos nos propusieron plantear una nueva distribución, ya que contaban con una de otro profesional que no era de su agrado. Las premisas eran claras: una distribución en la que encajaran los diversos usos y que los equipamientos no fueran móviles ni desplegables… que todo fuera estático como los de un piso de mayores dimensiones. Si esto era posible, no vendían y nos daban el encargo.
¡El reto estaba lanzado! Nos pusimos manos a la obra. Teníamos claro que una vivienda de esas características requería salirse de los convencionalismos, buscar nuevos enfoques e innovar. Esto convertía el proyecto en uno, muy muy interesante y especial.
Después de muchas vueltas, una original distribución, donde un cubo de cristal situado en el centro de la vivienda y una escultórica mesa de acero a dos niveles, resolvían muchos de los inconvenientes. Esta propuesta agradó mucho a sus propietarios, decidiéndose con ella, a poner en marcha el proyecto.
Este singular espacio satisfacía plenamente a sus propietarios. En él pudieron vivir grandes momentos, no dejando indiferentes a parientes ni amigos, causando admiración por sus reducidas dimensiones y gran practicidad. También causó gran impacto en los medios, apareciendo en infinidad de publicaciones, revistas, prensa, e incluso en televisión, obteniendo así, un reconocimiento al trabajo y un mayor valor de la vivienda.
Con este caso, quiero exponer lo importante que es recurrir a un profesional antes de efectuar la compra de una vivienda, verificando así su calidad, y comprobando que esta, puede cubrir las necesidades sin dejar nada al azar.